La experiencia de crecer con hermanos es sin duda importante, divertida; sin embargo, el cambio de ser hijo único para convertirse en un “hermano” y tener un “hermano” es una etapa compleja para el niño.
De pronto después de ser el “hijo único” y de tener la idea que eso sería así sin cambios – a pesar que muchas veces piden tener hermano sin conocer realmente la implicancia de tal pedido- , y disfrutar de los padres en forma exclusiva, resulta que los padres van a traer a otra “personita”, la cual es esperada con una gran intensidad de emociones, lo cual provoca miedo, tristeza e incluso desengaño.
La experiencia recomienda que cuando los padres estén seguros de que el embarazo esta desarrollando con tranquilidad y seguridad deben compartir la noticia con el hijo.
Cuando llega esta etapa los padres van desarrollando en sus mentes una imagen del futuro bebe, rasgos físicos, de carácter, imaginando la nueva dinámica familiar y desarrollando una serie de deseos y fantasías, los cuales el hijo percibe y solo, con las explicaciones adecuadas, podrá ir asimilando, comprendiendo y participando.
La preparación verbal con el niño es de gran utilidad porque permitirá conversar del tema, imaginando y compartiendo la futura situación, resolviendo inquietudes y construyendo en su mente ilusiones. Sin embargo, suele suceder que esta construcción muchas veces tiene un matiz de “perfección” y a la hora que llega el bebe, resulta que no es el “perfecto hermano deseado” y menos el compañero de juegos. Por el contrario, este bebe llega tan diferente a lo esperado y capta tanta atención de los padres que desilusiona al niño. Por lo tanto, es importante trabajar con mucho cuidado la construcción de la imagen de este futuro hermanito.
Los niños como parte del proceso de entendimiento y asimilación de la llegada del hermano desarrollan una serie de sentimientos que es necesario escuchar y comprender.
Estos sentimientos pueden ir desde gran ternura al aproximarse a la barriga de mamá hasta expresiones hostiles y agresivas que es necesario tomar con calma, analizarlas y conversarlas con el niño sin adoptar una posición de desaprobación , ni de crítica o castigo para no confirmar la teoría que “ papá y mamá quieren más a mi hermanito que a mí”.
- El momento en que el hermanito llega a la casa es crucial, la realidad de la cantidad de cambios y nuevas obligaciones por mas preparación y cuidado que se haya tenido afectará la relación de la madre con el hijo, la cambiará, tiende a disminuir el tiempo de atención, la respuesta emocional en el vinculo madre – hijo y entra en un estado de demanda – sensibilidad difícil de manejar.
- El niño puede sentirse muy afectado y mostrar una serie de conductas nuevas que expresan su desconcierto y malestar, a la par de desarrollar una serie de fantasías complejas que lo hacen sentir postergado por este nuevo intruso que captura el afecto, sobre todo de mamá.
- Es importante que los padres puedan entender y sensibilizarse frente al sufrimiento y dolor del niño, comprendiendo incluso su comportamiento agresivo, buscando formas de manejarlo que no motiven respuestas al mismo nivel para no empeorar la situación ni generar conflicto.
- Darle espacio para expresar sus emociones, temores, e incluso pensamientos hostiles y fantasías de deshacerse del hermanito puede ayudarlo mucho. La aceptación de los padres de estas ideas puede acercarlo a ellos y sentir que es aceptado querido como siempre aun esta nueva etapa tan convulsionada y con esos sentimientos.
El niño ira dándose cuenta de que no necesita confrontarse con sus padres, y entenderá que el nuevo hermanito puede ser algo muy bueno para él y su familia.
Tanto el niño como los padres podrán ir logrando organización y la calma que les permita construir una nueva dinámica donde todos pueden involucrarse con este nuevo miembro de la familia de modo saludable.