Muchas veces a lo largo de nuestra vida sentimos inseguridades, y nos asalta la falta de confianza, es absolutamente normal.

Sobre todo cuando nos enfrentamos a situaciones nuevas, desconocidas o asumimos riesgos nuevos.

Como os he comentado en otras ocasiones: las inseguridades y miedos adaptativos son como buenos consejeros, ayudan a ir con cuidado, a planificar bien  y a prevenir. Sin embargo en ocasiones estas inseguridades y falta de autoconfianza nos frenan, nos limitan, y nos impiden avanzar. Nos bloquean.

Muchas veces he escuchado: ¡Necesito confiar más en mí! ¡Si tuviera más confianza en mí mismo me sentiría mucho mejor! Pensamos muchas veces que la falta de confianza es lo que nos impide avanzar: como si la confianza fuese algo que mágicamente podemos encontrar o nos pudieran dar desde fuera.

De hecho muchas veces cometemos el error de buscar la autoconfianza fuera de nosotros: en la valoración de los demás, en la atención de los otros, en reconocimientos externos… Pero no, ahí no la vas a encontrar. Puedes sentirte bien un tiempo con las gratificaciones, las atenciones,  o el reconocimiento externo, pero no aumentará tu autoconfianza: porque has de construirla tú mismo.

Pero antes que nada…

¿De qué hablamos cuando hablamos de Autoconfianza?

La Autoconfianza es un proceso intelectual en el que tienes la certeza de que dominas la situación, la sensación y el convencimiento de que eres competente en una determinada área.

Por eso podemos sentirnos con confianza en algunos ámbitos de nuestra vida y en otros no. Por ejemplo: vernos competentes en lo laboral pero sentirnos sumamente inseguros y con falta de confianza en las relaciones personales (o viceversa).

Por eso también es que nos sentimos inseguros ante algo nuevo o desconocido: porque aún no hemos desarrollado ese dominio de la situación, no entendemos “cómo va el tema”… Por ejemplo en un nuevo trabajo, con un entorno diferente, o realizando funciones nuevas, es absolutamente normal sentirme inseguro, preguntarme: ¿lo haré bien?…  y, a medida que pasa el tiempo, que vamos adquiriendo mayor práctica, soltura, resolviendo problemas, etc. es entonces cuando nos sentimos más confiados.

Nos sentimos con más confianza porque ya tenemos práctica, lo dominamos, lo tenemos “por la mano”. Esto nos pone de relevancia un aspecto importante: La confianza la alimentamos con la acción, con la práctica.

Ante una situación en la que nos sentimos inseguros no podemos esperar a sentir confianza primero, para entonces actuar, porque funciona al revés: la confianza será una consecuencia de la acción. La confianza se crea al enfrentarnos a problemas y aprender a resolverlos, al  exponernos y desarrollar las habilidades necesarias en determinados contextos, al entender los procesos, el cómo funcionan las cosas.

Incluso con las personas sucede así: confiamos en quien conocemos bien, en las personas con las que conectamos, a las que entendemos, con las que pasamos tiempo y creamos vínculos, con las que compartimos valores… y es imposible que tengamos ese nivel de confianza con un extraño.

Por todo ello, podemos decir que para trabajar nuestra autoconfianza es necesario:

Autoconfianza implica:

  • Conocer el entorno (podemos estar hablando desde conocer a la otra persona en caso de relaciones de pareja o amistades, hasta de un entorno laboral, social, una actividad en concreto… etc.)
  • Saber cómo desenvolverme en él (las “normas”, la manera de funcionar, habilidades sociales, el proceso a seguir…)
  • Saber evaluar las capacidades necesarias para resolver situaciones o problemas y ponerlas en marcha: desde habilidades sociales por ejemplo, hasta lógica, creatividad, disciplina y entrenamiento, aprender técnicas o los conocimientos del sector…  etc.
  • Centrarme en desarrollar Mis capacidades. La vida está llena de incertidumbre y de cosas que no podemos controlar, poner el foco de nuestra atención en nuestras habilidades, en nuestras acciones y competencias, pues son las que Si podemos controlar y dirigir, es lo que nos aportará confianza.
  • Locus de control interno: está ligado a lo anterior:  que tus metas y propósitos estén dentro de tu área de influencia y de acción. No puedo hacer que el entrevistador me elija a mi, pero puedo hacer una buena entrevista. No puedo hacer que otra persona se enamore de mi, pero puedo desarrollar habilidades de seducción y sacarme partido para ser atractivo. No puedo evitar que el otro se enfade, pero puedo ser asertivo en mi comunicación con los demás… y así un largo etc. (en este artículo también hemos hablado del Locus de Control)
  • Practicar, ganar experiencia: cuanto más practicamos algo más competentes y mayor dominio adquirimos; y por ende, mayor confianza. Esto también puede hacerte ver que un fracaso es simplemente parte del entrenamiento, fallamos como parte del proceso de mejora y aprendizaje, y ser consciente de ello cambia tu relación con la frustración.
  • Se trata de “creer en ti mismo” pero con fundamento: es decir, conociéndote, siendo consciente de tus habilidades, tus fortalezas, tus limitaciones, tus aspectos a mejorar y tus competencias. Ojo: la autoconfianza no es el “Yo puedo con todo”, ni autoengañarnos.

Desarrollar nuestras potencialidades, estar “bien entrenados” habiendo trabajado nuestras habilidades, capacidades y buenos hábitos no nos libra de las adversidades que están fuera de nuestro control: pero hace que estemos mejor preparados si estas surgen.

Ejercicio para trabajar tu Autoconfianza:

Analizando tus logros.

Cuando estamos pasando momentos de baja autoestima suele costarnos ver nuestras virtudes, recursos y competencias. O bien, no los valoramos como deberíamos, dando más peso a lo malo: a los aspectos que queremos mejorar o a nuestras carencias. Por eso en este ejercicio la idea es analizar los recursos que has puesto en marcha en el pasado y que te han llevado a un logro o “éxito”.

Para ello:

  1. Describe un logro o un éxito de tu pasado: ha de ser algo que dependiese de ti, y no es necesario que sea un gran logro: puede ser haber aprobado un examen, haber solucionado un problema, haberte puesto en forma, un logro laboral, una pequeña meta.. etc. (ejemplo: sacarme la licencia de conducir, correr una maratón, haber dejado de fumar, haber arreglado el coche, hacer una buena presentación en público, haber organizado con éxito un evento… )
  2. Analiza y describe qué recursos y habilidades pusiste en marcha para lograrlo:  por ejemplo: organizarme, ser constante, buscar información, implicarme y poner atención, practicar tal o cual cosa, seguir tal o cual método, corregir los errores y seguir practicando… etc.
  3. Del 1 al 10 ¿Cuál fue tu nivel de implicación en ese logro? ¿En qué acciones se veía tu implicación para conseguirlo?
  4. ¿Cómo te sentiste cuando conseguiste ese logro?
  5. ¿Qué consecuencias positivas crees que ha podido tener ese pequeño logro en tu vida?

Analiza varios logros, y sé consciente de los recursos que pusiste en marcha en cada situación y de cómo avanzaste, aprendiste o mejoraste otros.